martes, 7 de junio de 2011

NUTRICION

Buenos días lectores. Desde el área de Nutrición de Centro Integral Comahue, les escribo para darles la bienvenida y compartir juntos este espacio que nos permitirá comunicarnos, acercarlos a la temática y conocer las últimas novedades y servicios.
Seguramente muchos de uds alguna vez han leído, escuchado y/o visto anuncios sobre dietas milagrosas o productos que como por arte de magia serían capaces de terminar con un problema que afecta al 60 % de la población mundial: el Sobrepeso y la Obesidad.
El mundo actual, más generoso en la provisión de alimentos, pero mezquino en oportunidades de movimiento y actividad física cotidiana, ha causado que en 1997 la Organización Mundial de la Salud declare a la Obesidad como una Epidemia global.
Paradójicamente, la sociedad del siglo XX nos impuso un modelo de belleza exigente, al que se podría llegar por un camino de restricciones y abstinencia de un placer: la comida.
Así fueron surgiendo las “dietas” que encontraron y encuentran siempre voluntarios a “padecerlas” una y otra vez, únicamente exitosas para quienes las venden. ¿Remanente? dietantes crónicos que luego de pasar hambre y perder la motivación, terminan con más kilos que antes.
Haciendo mea culpa de la profesión, el consultorio de Nutrición ha sido, y todavía es, escenario de planteamiento de dietas imposibles que ni nosotros mismos haríamos. ¿Por qué? Porque el cuerpo humano no entiende de dietas, sino de la energía que contienen los alimentos, y cuando ésta falta, no se gasta, si no que se ahorra. En este acto economizador de nuestro metabolismo, ante dietas sumamente restrictivas, perdemos la batalla sin lograr el objetivo propuesto.
Además, privarnos del placer nos estresa y nos genera mayor deseo de comer aquello que evitamos. No podemos catalogar alimentos como “buenos” o “malos”, glorificar a algunos y demonizar a otros; hay que lograr un equilibrio saludable.
Que “las dietas no funcionan” no quiere decir que debemos dejarnos librados al antojo de comer en forma desmedida y descuidar la calidad de nuestra alimentación, sino que debemos “aprender a comer”, practicando una alimentación saludable, sostenible en el tiempo y placentera.
Para ello los invito y espero en un espacio dedicado a contribuir en su bienestar integral, junto con todo el equipo de salud que forma el CIC.

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